“7 Cajas” del Paraguay
Por Jaime Penela
Hubo una época en que el cine de Latinoamérica era sinónimo de aburrido. Hasta la década de los noventa el único país en el que se podían ver ciclos y muestras de películas latinoamericanas era España, porque los latinoamericanos no miraban películas de otros países de la región y la razón fundamental era que se las consideraba lentas, aburridas y de mala calidad. El cine latinoamericano, con justicia o no, se había ganado la fama de técnicamente deficiente, con malos montajes y pésimo sonido, y además con la tendencia a contenidos políticamente militantes.
Todo eso es el pasado, desde la irrupción del llamado “Nuevo Cine Mexicano” con películas tales como “Amores Perros” (2000) de Alejandro González Iñarritu o “Y tu mamá también” (2001) de Alfonso Cuarón, la producción en “nuestra América” se ha ganado un posición nueva y expectante en la cinematografía mundial. La sección “Latin Vision” de la última versión del Festival de Cine de Estocolmo lo viene a confirmar. Según los organizadores del evento la presencia latinoamericana aumenta en cantidad y calidad
En la vigésima tercera edición del Festival de Cine de Estocolmo se han podido apreciar películas latinoamericanas magnificas como la paraguaya “7 Cajas”de los directores Juan Carlos Maneglia y Tana Schémbori. La película se ha transformado en un fenómeno de taquilla, la más vista en la historia de la cinematografía paraguaya. Tradicionalmente el cine paraguayo no ha sido conocido más allá de sus fronteras, pero “7 Cajas” también ha irrumpido a nivel internacional con un éxito de críticas sin precedente.
“7 Cajas” narra las peripecias de Víctor, un joven de 18 años, que sueña con salir en televisión mientras trabaja alquilando su carretilla a los clientes en el Mercado 4, en el centro de Asunción. Un día cualquiera recibe un sospechoso encargo, trasladar siete misteriosas cajas a cambio de cien dólares. Víctor (Celso Franco) y su fiel amiga Liz, magníficamente interpretada por Lali González, deberán intentar llevar estas siete cajas sin contratiempos para obtener el dinero, sin embargo, la misión se irá complicando y dará lugar a persecuciones, peligros, malos entendidos para finalmente trasladarnos a un escenario criminal y policial.
La mayor parte de la película está interpretada en “jopara”, que es el habla que resulta de la mezcla de guaraní y español. Esto le da un aura de autenticidad que ha gustado mucho al público paraguayo. “7 Cajas” parece plasmar el concepto de “sociedad híbrida” del antropólogo argentino Néstor García Canclini, ya que toda la acción ocurre en un espacio cultural-simbólico dominado por lo urbano y lo mestizo.
“7 Cajas” es un thriller de acción “a la paraguaya” plagado de momentos de adrenalina, corridas, desconcierto, sorpresas y una buena dosis de humor. En un momento de la película encontramos un “discurso feminista” a cargo de la coprotagonista, lo que resulta un giro interesante en el argumento. Aunque no es un film de preocupación social, hay elementos de denuncia social que enriquecen la cinta.
Las ocho manzanas que comprenden el Mercado 4 de Asunción son el escenario en que se desarrolla la película y se puede decir que los realizadores han rendido un verdadero homenaje a la cultura popular y callejera de este mercado. La vertiginosa trama de la película transcurre en este universo que a ratos se convierte en la postal paraguaya, en la caricatura urbana de un país que por alguna extraña razón es el más desconocido de Sudamérica.
“7 Cajas” en la polémica
La película más exitosa en la historia del cine de Paraguay no ha estado libre de polémica y controversia. El film ha revivido un debate últimamente recurrente en América Latina: Se puede o se debe permitir homenajes a personajes, vivos o muertos, que formaron parte de los aparatos represivos durante las pasadas dictaduras militares?
Familiares de personas detenidas y desaparecidas durante la dictadura de Alfredo Stroessner en Paraguay denunciaron que la película “7 Cajas” reivindicaba a un violador de derechos humanos. La controversia surgió debido a que en la película el actor que interpreta a un comisario de policía lleva en su uniforme el nombre de Blas Schémbori González, acusado por la Comisión de la Verdad y Justicia de represor.
Blas Schémbori fue un ex comisario de la policía y además papá de la codirectora del film, Tana Schémbori. Por iniciativa de ella se colocó su nombre en la película, una manera de homenajear a su padre, recientemente fallecido.
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