Por Jaime Penela
Esta historia podría comenzar en
Detroit,
Estados Unidos, con un joven de origen mexicano que sueña con ser
artísta y denunciar en sus canciones las injusticias y miserias de
la sociedad que le toca vivir, pero, quizás esta historia podría
comenzar en los suburbios y ambientes universitario de la Sudafrica
del apartheid o en último
término en la Suecia de Malik Bendjelloul, el guionista y director
del premiado documental
“Searching for Sugar Man”.
“Searching for Sugar Man” narra la
historia de Sixto Rodríguez, un joven compositor que en los años 70
prometía llegar a ser un grande de la trova urbana, sin embargo, su
trabajo no logró ninguna repercusión, se vendieron seis disco, y
finalmente desapareció del mapa artísitico. El azar quizo que una
joven norteamericana en viaje a Sudafrica llevara en su equipaje uno
de los disco del artísta. A sus amigos sudafricanos les encantó y
como si se tratara de un virus se reprodujo de tal modo que
Rodriguez, sin saberlo, se convirtió en un artísta mítico que dió
voz a la protesta contra el racismo.
“Esta historia es increible, pero es
verdad” señala el cineasta Malik Bendjelloul . Es cierto, en estos
tiempos es muy extraño que un artísta que vende miles de disco en
Africa y Australia ni se enterara de su éxito.
Parece ser que la disquera “Sessex Records”, fundada por Clarence
Avant, hombre detrás de la famosa Motown, se quedaba con el
dinero de los derechos de autor
y Rodriguez no recibía ni las gracias.
El mito de Sixto Rodriguez era enorme
en Sudafrica, especialmente entre los blancos
progres y liberales que tuvieron el disco al lado de Simon and
Garfunkel y los Beatles - pero nadie sabia nada del hombre. Dos
periodistas decidieron investigar cómo había muerto el artísta.
Porque todos lo daban por muerto. Que se había pegado un tiro, que
se había prendido fuego en el escenario en señal de protesta, el
mito crecía y crecía y la música era himno de la lucha contra el
apartheid, pero de repente, apareció algo nuevo: Internet.
Desde Sudafrica los periodista que
buscaban aclarar la muerte de Rodríguez iniciaron una campaña a
través de la red a mediados de la década de los noventa para
obtener alguna información y ocurrió lo inesperado, lo improbable
perfecto,una llamada telefónica desde Detroit para decir que el
“Hombre Azúcar” nunca estuvo muerto, que vivía allí en una
casa pobre, que trabajaba en la construcción y a veces tocaba en
algún bar de tercera y otros detalles aún más extraños.
Esta extraña historia necesitó de una
gran talento, de un documental de extraordinaria calidad para ser
contada. Porque el documental del sueco Bendjelloul es un resumen
impecable.
Quizás la historia comenzó en la
Suecia de Malik Bendjelloul, que un día cualquiera, casi por azar
decidió ir de mochilero a Africa y allí, también casi por azar
escuchó una historia de un hombre mítico y sus canciones que había
muerto sobre el escenario para luego resucitar y visitar Sudafrica
donde los esperaban miles de fans ansiosos de verlo, conocerlo y
escucharlo.